domingo, 3 de abril de 2011

El futuro es de pago

El prestigioso New York Times es de pago, en su edición digital, desde el pasado 28 de marzo.  Una nueva forma de ofrecer un producto periodístico en una época en la que es necesaria una reestructuración del sector ante las imparables innovaciones tecnológicas y el contexto de crisis económica.

El modelo del diario neoyorkino consiste en 20 artículos gratis cada mes. Una vez que el lector ha superado esa cifra, deberá pagar de 15 a 35 dólares por el acceso completo a la web, dependiendo de los soportes utilizados. Con esto surgen dos interrogantes. No se sabe si los que antes accedían gratis están dispuestos a pagar a partir de ahora. La segunda pregunta es si después de años de prensa digital libre es correcto transitar hacia modelos de pago.

La experiencia del Wall Street Journal argumenta que sí existe una audiencia dispuesta a pagar por consultar la prensa en formato digital (más de 700.000 abonados en todo el mundo en el tercer trimestre de 2010). Pero parece lógico que, si los diarios adoptasen modelos de pago totales o parciales, se va a perder a un amplio número de usuarios que solo se acercan a la prensa de forma casual y gratuita en Internet.

 Es necesario encontrar un prototipo de abono adecuado. La prensa escrita no puede plantearse sobrevivir con el único ingreso de la publicidad, demasiado voluble en tiempos de crisis. También ha de ser consciente de que poco a poco lo digital gana al papel según gana en comodidad y movilidad. El camino debe ser un modelo de pago para la prensa digital, cómodo para el lector y compensarlo con más calidad.

Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 27 de marzo de 2011

Civismo japonés

Casi un 70% de los japoneses apoyarían un aumento de los impuestos para ayudar a reconstruir el país, pese al descontento por la gestión del Gobierno de la crisis nuclear de Fukushima. Son los resultados de una encuesta realizada por la agencia de noticias japonesa Kyodo. El pueblo japonés no está contento con la gestión de la crisis, pero está dispuesto a callar y ayudar.

Uno de los aspectos que más se comentaban en las charlas informales acerca del desastre que asola Japón era la aparente tranquilidad con la que el pueblo nipón trataba de salir adelante. A occidente no han llegado imágenes de saqueos, tumultos o gente desesperada por ayuda. Solo caras tristes y resignadas, casi como impasibles, hacía lo que era un verdadera desgracia.

Los esfuerzos por intentar extrapolar imaginariamente la situación a España acaban siempre en un ideario colectivo de que el país viviría un auténtico caos. Gente al borde de un ataque de nervios y toda una nación paralizada. Por eso se mira a los japoneses con admiración. Un pueblo que superó con tranquilidad y trabajo dos bombas atómicas y una posguerra tremenda. Ahora se disponen a hacer lo mismo.

Más sorprende al saber que están disgustados con la actuación de su Gobierno (casi un 60% de encuestados afirma estar descontento con la gestión de Fukushima). Los japoneses, en una auténtica lección de civismo y solidaridad nacional, prefieren el silencio, agachar la cabeza y trabajar para sacar adelante al país. Quizás cuando Japón vuelva a la normalidad, será el momento en el que se eleven las quejas y protestas del pueblo.

Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 20 de marzo de 2011

Controlar lo incontrolable

Una crisis nuclear se ciernes sobre Japón. El país asiático vivió un auténtico desastre natural con el terremoto y posterior Tsunami que arrasó con todo lo que encontró por delante. Dentro de esos obstáculos que el crecido mar superó en su camino hacia la destrucción estaba la central nuclear de Fukushima, que casi 10 días después del desastre emite radiación y amenaza con provocar un accidente de consecuencias semejantes a las de Chernóbil.

Ante esta situación, el debate acerca de si se debe seguir apostando por las centrales nucleares está más que abierto. Su riesgo es lo suficientemente potencial y destructivo como para que se limitara seriamente su uso hasta su desaparición. La poca frecuencia de accidentes no es contrario a su fragilidad ante la naturaleza, tan imprevisible. Incluso ante la amenaza del terrorismo, que podría tener en las centrales un objetivo tentador.

La apuesta por esta fuente de energía es parte del empeño del ser humano en dominar su medio, en controlar lo incontrolable y en ir siempre más allá, hasta límites que pueden ser peligrosos. Con Fukushima de fondo, son varias las potencias que han decidido revisar sus centrales, empezando por Estados Unidos. Alemania  ha ido incluso más allá y ha cerrado las más antiguas.

En España, son seis las centrales nucleares repartidas por nuestra geografía y también ha sido anunciada una revisión exhaustiva de sus instalaciones. Que España no es dada a desastres naturales lo sabemos todos, pero también sabemos que el riesgo está ahí y su poca probabilidad no compensa sus posibles consecuencias. Menos en un entorno tan favorable para las fuentes de energía renovables como la eólica o la solar.

Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 27 de febrero de 2011

No puede haber democracia sin transparencia

A raíz del 30 aniversario del 23-F, han vuelto a aparecer las voces que reclaman una ley que regule en España el acceso a la información por parte de los ciudadanos. Una demanda lógica si tenemos en cuenta la falta de datos sobre algunos de los acontecimientos más oscuro de la historia reciente del país y la actual ola de corrupción en la política española.

Pese a que se reconoce el derecho al acceso a la información como un derecho fundamental, no existe en España una ley que la regule como sí ocurre en casi todos nuestros vecinos de la Unión Europea o en Estados Unidos. En la principal potencia mundial existe una ley desde 1966 y hay cada año más de medio millón de peticiones de acceso a información por parte de los ciudadanos estadounidense.

La situación en nuestro país al respecto es sonrojante. Dicha ley fue una de las promesas en la primera legislatura de Zapatero y cerca de agotar la segunda parece que no se va a pasar del borrador filtrado el pasado verano. Borrador que fue solicitado por varias ONGs que luchan por una ley de acceso a la información en España que cumpla con los requisitos marcados por el Consejo de Europa. La petición nunca fue contestada, y solo se pudo hacer pública gracias a una filtración. Muy paradójico.

Es evidente que no se puede hablar de una verdadera democracia sin transparencia, no se puede si el poder puede ocultar a su antojo información pública a los ciudadanos. La ausencia de una ley de acceso a la información equiparable a la de nuestros vecinos europeos es darle vía libre a tantos corruptos y maleantes que campean por España.

Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 13 de febrero de 2011

legalizar Sortu para dar un paso adelante

El pasado 7 de febrero la nueva apuesta de la izquierda abertzale, Sortu, se presentó en sociedad. Se trata de un partido que se ha presentado como una forma de lograr dentro del juego de la legalidad y la democracia la independencia para Euskal Herria. Sus estatutos, según los expertos en la ley de partidos, son impolutos, además de rechazar la violencia de ETA. Sin embargo, aun hay que esperar para saber si podrán ser parte de los próximas elecciones autonómicas como partido político que cumple con la ley.

El argumento de los que están en contra de su legalización (PP, UPyD, la fiscalía del estado y el Gobierno, según sople el viento) es sencillo. Son herederos de Batasuna, los que están detrás son los mismos que había antes y no han condenado los actos violentos pasados de la banda terrorista ETA. Esto, es cierto, es irrefutable.

Sin embargo, no hay que olvidar cual es el objetivo: El final de ETA y el inicio de un proceso pacífico para darle una solución al conflicto vasco, que debe ser la que elija el mismo pueblo vasco. Es igual de irrefutable que, si se quiere que la izquierda abertzale renuncie definitivamente a la violencia, necesita que se le abra una vía pacífica y democrática. Pese a esto, hay quienes se empeñan en tapársela.

Es comprensible que para mucha gente puede parecer un insulto que ciertas personas estén detrás de un partido legal y pueda obtener representación en las instituciones del Estado, pero hay que reconocer que han dado un paso que la derecha de este país aun no ha dado. Paso que tampoco ha dado el Gobierno, que parece que prefiere no mojarse para no perder más distancia respecto al PP de cara a las lejanas elecciones 2012.

Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 6 de febrero de 2011

ayudar a una nueva generación en África

Una nueva era se está gestando en el norte de África. La caída de Ben Ali en Túnez el pasado mes de enero y las manifestaciones en Egipto para derrocar a Mubarak son el signo inequívoco de que el momento de los hijos de la descolonización ha pasado. Una nueva generación de jóvenes se ha revelado ante la parsimonia de unos gobiernos que hace tiempo decidieron no avanzar más en el camino del progreso humano en beneficio de su poder.

El levantamiento de Túnez y el proceso de transición que parece va a tomar Egipto, con todos los partidos de la oposición, es la victoria de una generación que, como pasó hace décadas en Europa y parece vuelve a repetirse hoy en día en el viejo continente como en África, estaba harta de ver su futuro negro y con las manos atadas para darle luz.

Los países occidentales miran ahora hacia el Magreb y el Nilo preguntándose cuál es la nueva fase. Cualquier cosa que no sea un claro avance en las libertades de los ciudadanos en todos los países de la zona debe entenderse como un fracaso. Es una oportunidad única para el cambio y debe ponerse el máximo empeño para ello. Siempre pacíficamente, occidente debe ayudar a los procesos de democratización de cada país.

Esa colaboración de las potencias ayudaría también a alejar al islamismo más extremista del poder. No se debe perder de vista, por tanto, una corriente ideológica cuyo discurso puede resultar especialmente atrayente cuando son tiempos de ruido y confusión, y la incertidumbre invade al ciudadano. Una 
democratización del norte de África alejada de los tabúes religiosos, sea cual sea la fe, debe ser el objetivo.


Juan Pablo Merchán Ruiz

domingo, 30 de enero de 2011

Que juzguen los jueces

El periodismo es muy de hacer las cosas con prisas. Ser el primero en dar una noticia es muchas veces lo más importante, arriesgando, frecuentemente, la veracidad de las informaciones. Para muchos, es también importante ser el primero en enjuiciar un hecho, como si así se hiciera dueño y portavoz de una opinión. Cuando se juntan ambas cosas, puede ocurrir lo que ocurrió hará un año en Canarias.

Aitana, Una niña de 3 años falleció en extrañas circunstancias. Las primeras informaciones hablaban del novio de la madre, quién supuestamente había abusado de la niña hasta la muerte. Era un hecho terrible, había que ser malnacido para ser capaz de hacerle algo así a una pobre niña. Se pedía incluso la cadena perpetua para semejante bárbaro, nunca con más razón. Pero ¡qué sorpresa!, resulta que el hombre era inocente.

Después de hacer portadas en los periódicos llamándole asesino antes de que así le acusara un juez, de pedir en la radio la aplicación de la cadena perpetua para ese monstruo, resulta que la niña fue víctima de una caída en un columpio y de mala praxis médica. El falso acusado fue también víctima de mala praxis, pero periodística.

El sensacionalismo, la falta de ética, de ganas de contrastar la información y la irresponsabilidad se cogieron de la mano para destrozar la vida de un pobre hombre que no solo perdió a una niña que adoraba, si no que sin ningún motivo fue convertido en la persona más odiada del país. Eso sí, nadie le pidió perdón desde la dirección de ningún medio de comunicación ¿Para qué? Hay que pasar rápidamente a otro asunto. Así está el negocio en este país.

Juan Pablo Merchán Ruiz